jueves, 18 de diciembre de 2008

Solución al problema


Andrés, y después Carlos, tenían razón, se trataba de un caso de homonimia.

Con respecto al texto que Jon Juaristi tomaba de otro lugar, acertó Gonzalo. Efectivamente, si leéis el poema que a continuación os transcribo lo comprobaréis. Lo tomo del libro de Miguel Hernández El rayo que no cesa. Ese rayo del que habla Hernández tiene que ver con que su amada se muestra un poco arisca con él. Por eso, para el poeta todo es dolor y pena.


Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.


Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.


Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.


No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!

No hay comentarios: